Algunas veces hay que tener cierta dosis
de locura para soportar determinadas situaciones. Quién vive, como yo, en
Venezuela; debe enfrentar diversos escenarios a diario que son muy difíciles.
Escasez de alimentos, de medicinas, de productos de higiene personal, de
repuesto de vehículos, de boletos aéreos y un sin fin de cosas. A lo antes
mencionado, se le debe sumar las mentiras y las luchas de poder que tienen
nuestros políticos. Esos que prometen y prometen sin cumplir nada. También los
otros, esos mismos, usted sabe quiénes son; aquellos que no pierden tiempo en
hacer acuerdos con quienes llaman dictadores y fascistas. Pero, si crees que
eso es lo peor, mejor no te montes en el metro de Caracas o no tropieces a
nadie al caminar, pues los valores y los principios están tan escasos, como
todo lo antes mencionado. Reina la intolerancia y la anarquía en cualquier
esquina. Acá todo falta, menos algo llamado DELINCUENCIA. O, la mal llamada
"viveza criolla". Esa que te hace querer apropiarte de lo que no
debes, creyendo que con eso ganas mucho y no te das cuenta, que al igual que
los políticos, lo único que logras es destruir y hundir más a tu país.
En esta situación todos
volteamos a los lados y nos preguntamos: ¿quién podrá ayudarnos? Yo creo que ni
Dios quiere meterse en esta vaina, donde los locos son más cuerdos, que muchos
que nos creemos inteligentes y con plenas facultades mentales.
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